La preocupación que generó en Europa el hallazgo de dioxinas en alimentos para animales seguida por la clausura de granjas así como también el sacrificio de animales contaminados, provoca alarma en el mundo.
Incluso hoy, la Unión Europea, La Comisión Europea, estudia obligar a los fabricantes a separar físicamente las actividades de producción de grasas destinadas a la alimentación del ganado de las grasas destinadas a la industria, ya que la producción de ambos tipos de grasa en las mismas instalaciones es responsable de la reciente contaminación alimentaria de dioxina descubierta estos días en Alemania y de los otros casos detectados en los últimos años en otros países, como Bélgica, Italia e Irlanda.
La contaminación se habría producido luego de que la firma Harles und Jentzsch entregara entre noviembre y diciembre 3000 toneladas de grasa en mal estado a 25 fabricantes de comida para animales, acción calificada de criminal por el gobierno.
Las dioxinas, residuos de la combustión industrial o natural, han sido clasificadas como sustancias cancerígenas por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Su absorción en pequeñas cantidades no constituye un peligro inmediato, pero el cuerpo humano las elimina con dificultad.
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